lunes, septiembre 25, 2006

V

-El último estertor de María, vomitando en el baño, sonó como un pedo debajo del agua... -recitó, engolando la voz mientras hacía un esfuerzo inútil por decir esas cosas con acento español, como si fuera José Sacristán actuando en una película de Almodovar. Aún sonreía cuando María salió del baño hecha pura sombra y despeinadísima contra la luz del botiquín.

-¿Qué decís, vos? -le preguntó María, que no había entendido lo que él había dicho.

-Nada -dijo él, y se quedó callado, disfrutando del leve vértigo de no saber, realmente, si María había entendido su bromita cruel. La única forma que tenía de sobrellevar la vergüenza era mediante la humillación -una forma de humillarse tranquila, apesadumbrada, sentado en una silla, rascándose la calva mirando televisión, nada muy complicado ni escandaloso, sólo pequeñas cosas, cosas fáciles, como mirarle las várices a María hasta que María se daba cuenta de que él le veía las várices, y después no decir nada, mirar para otro lado, pasarse los dedos por la calva como patinando, esas cosas sencillas, que emporcaban todo y generaban que nada tuviera sentido, ni fuera necesario, ni hubiera nada de que avergonzarse. Peor era abrir un album de fotos y verse a los dos, maravillosos, para comersérselos, con la sola distancia de algunas décadas en el medio, o visitar a los amigos y que la fealdad de los amigos sea la parábola del afearse propio-. Te había preguntado si estabas bien.

-No estoy bien -ella no conseguía mirarlo con ese desdén autocomplaciente con el que él la miraba a ella-. ¿Y qué querés que hagamos con eso, lo ponemos en el mueble de la sala, junto a los adornos?

-Qué decís. . .

"¿Justo ahora que qué?" se preguntó. Podía ser justo ahora que estamos viejos, o que ya no nos queremos, o que vivimos de mi "retiro anticipado" y de que vos limpiás mugre ajena, o justo ahora que se murió el canario, o que estoy con una tristeza en el alma que siento que me va a reventar la cabeza cualquier día, o justo ahora que ya no se me para, hija de puta, y menos con vos, o justo ahora que no tenemos nada para dar a nadie, o. . . . . .o justo ahora que me dí cuenta de que te burlás de mí, igual que antes, que también te burlabas de mí, pero que yo sabía que te burlabas para que yo pusiera cara de enojada, pecosa, linda, pelirroja, bombón, qué linda que te ponés cuando te enojás, ¿sí? ¿cómo me pongo? ¿así? ahora no me enojo más, te jodés, ahora ya no estoy enojada y no estoy linda, pero qué decís, si estás linda, siempre estas preciosa, pero ya no estoy enojada, bueno, enojate un rato más, enojate un rato para mí, o justo ahora que, que, justo ahora. . . justo ahora que te burlás de mí porque no me aguantás cerca, que no podés aguantarme cerca sin ponerte a hacer suspiros y miraditas, justo ahora que. . .